Nos encontramos con una oportunidad de inversión dado que se está produciendo un reequilibrio entre la oferta y la demanda de manera acelerada donde el precio a largo plazo es el determinante dentro del ciclo de capital del sector.
Mientras que la producción está disminuyendo como consecuencia de que los precios actuales están por debajo de los costes de producción y los contratos a largo plazo no están siendo reemplazados, lo que ha provocado una escasez de suministro de uranio y que a largo plazo se prevé que exista un déficit muy superior al actual.
No obstante, a corto plazo existe cierta incertidumbre en el mercado de uranio debido a la disponibilidad de fuentes secundarias particularmente el nivel de existencias disponibles en el mercado y el tiempo hasta que se agoten, sin embargo, y suponiendo que todavía existe en el mercado una cantidad suficiente de inventario para cubrir la demanda (al menos a corto plazo), a medida que el mercado se vuelve mucho más dependiente de éstas, tenderán a reducirse y conforme las reducciones en la capacidad de producción por parte de algunos productores o el cierre de minas se mantengan, la oferta total existente puede no ser suficiente para cubrir los requisitos futuros de las centrales nucleares, por lo que nos encontramos en un punto de inflexión en el mercado.
Esta situación no ha hecho más que agravarse por una serie de recortes de producción muy significativos y esta tendencia continuará hasta que el precio a largo plazo suba lo suficiente para que los productores reactiven parte de la producción existente e incentive la producción de nuevos proyectos que han sido diferidos como consecuencia de la ausencia de contratos a largo plazo al precio actual, y por tanto el mercado se reequilibre.
Como resultado de todo ello, las perspectivas parecen bastante positivas y podríamos entrar en un nuevo ciclo alcista.